Sara Álvarez Rodríguez
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Vinimos a almorzar.
Hay dos personas que atienden. Una mujer rubia más joven, algo más seca, y una mujer rubia mayor (la dueña) que es un absoluto encanto.
Las tapas son super grandes, en nuestro caso albóndigas.
Tienen menú infantil. Las lagrimas de pollo son caseras.
Todo lo que pedimos estaba bueno, pero sin duda lo mejor fueron los postres.
Los calamaritos son frescos y buenos. La ración es más que generosa.
El bacalao también era fresco y muy bien preparado.
El solomillo con champiñones estaba súper tierno y la salsa suave y cremosa.
Lo que menos nos gustó fue el asado de cerdo porque la carne no estaba del todo tierna.
Los postres: tarta de la casa (bizcocho de chocolate, con plátano y crema de nata), el crujiente de manzana (manzana asada con galleta crujiente y helado) y el tifle (macedonia de frutas con nata y bizcocho) estaban todos deliciosos. Especialmente el crujiente de manzana.
El lugar es muy bonito por dentro.
Lugar recomendable para venir a comer.
Excelente! Tanto el trato de Sabina como la experiencia.
Pedimos de entrada dos gazpachos y unos langostinos al pil-pil.
Nos sorprendió que hacen un alioli emulsionado con eneldo el cual le da un toque fresco y elegante.
Como segundos platos tomamos un lomo corvina, un lomo de rodaballo y unos calamares a la plancha y estaba todo inmejorable.
Para terminar nos dejamos llevar por sus postres especiales: la tarta de la casa y el trifle. Increíble!
Una experiencia brutal! Por supuesto repetiremos.
Comida de primerísima calidad, platos muy bien elaborados,pescados frescos del día y un puntazo también que tengan medias raciones. Los camarer@s muy amables y simpatic@s. En definitiva, un lugar totalmente recomendable. Visita obligada si pasas por Almuñécar
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