Después de dar una vuelta buscando restaurantes por Pont de Suert vimos éste restaurante que destacaba por su estética y por estar lleno de gente comiendo.
Lo malo es que el local es bastante pequeñito, por lo que se llena muy rápido. Así que es recomendable reservar con antelación.
La carta podría describirse como tradicional con toques modernos.
Empezamos con la girella (una especie de embutido hecho con cabrito y arroz que se marca a la plancha), seguimos con la croquetas caseras (pollo con un toque de trufa, muy sabrosas y perfectas de textura), la ensalada de tomate con cebolla y ventresca de atún, el timbal de brandada de bacalao y escalivada (muy bien equilibrados los sabores) y el tataki de atún (perfecto de cocción y de sabor)
Terminamos con el tiramisú casero (muy rico, con un toque de licor de almendras amargas que le daba un sabor diferente) y el coulant con helado de avellanas (al coulant le sobraba unos segundos de cocción, el helado muy buen sabor y textura)
Todo esto sumado a la atención muy agradable y profesional de la camarera, que nos ayudó en todo momento a la hora de decidirnos con los diferentes platos.
Sin duda un restaurante al que volvería sin pensármelo dos veces.
Restaurante típico de montaña, decorado con todo lujo de detalles. Platos de la tierra y excelente calidad a precio razonable. Precio medio por persona 25 eur.
Bonita decoración de madera, chimenea le da un toque muy chulo, la cocina abierta al restaurante, el cocinero muy profesional salió a preocuparse por nuestro bienestar, la comida en el caso de lo que pedimos excelente, muy recomendable para parar a comer
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