El mejor restaurante de los que hemos elegido en nuestro viaje a Fuerteventura. El entorno es una maravilla, junto a las salinas y con vistas al mar. Absolutamente vibrante, como toda la isla. La atención del personal de 10, especialmente Andrea, que nos atendió con cariño, nos explicó los platos y estuvo atenta en todo momento a la experiencia gastronómica que allí tuvimos. En cuanto a los platos iba todo in crescendo, cada nuevo plato mejor que el anterior. De entrante primero nos pusieron una degustación de dos mantequillas, una de mojo rojo y otra de mojo verde, espectaculares. Nosotros pedimos croquetas de boletus, sin ninguna duda las mejores que hemos probado hasta el momento. Su consistencia y melosidad, en consonancia a su sabor. Pura armonía. Rollitos de queso de cabra majorero con salsa agridulce, deliciosos. Y huevos rotos con jamón y foie. Una mezcla perfecta. Como plato principal comimos una lubina de 1,300 kg con una salsa deliciosa, y patata arrugás con mojo rojo y verde. Faltan palabras para agradecer este plato principal y lo bien cocinado que estaba, además de su calidad. Simplemente magnífico y equilibrado. Lo de los postres una locura. Torrija al estilo canario, y una deconstrucción de tarta de queso con espuma de mango. Este último entró directo al top 3 de mis postres. La cuenta total 120€, estupenda relación calidad, cantidad y precio. Muy muy recomendable y sin duda merece la pena una buena comida en este entorno. Al finalizar recorrimos las minas hasta llegar al mar y ver una parte de la ruta de los cetáceos. Un paseo precioso para poner fin a esta experiencia gastronómica.

Muy buen restaurante. Tiene unas vistas muy buenas de las Salinas y con el mar al fondo. Nosotros llegamos un poco tarde y nos atendieron muy bien. Personal muy amable y la comida estaba excelente. Los postres que se según nos indicaron estaban también muy buenos y la presentación muy bien lograda. Y los precios están bastante bien. Es un sitio para repetir si te encuentras en Fuerteventura.