No soy de Granada. Llegué al lugar por las recomendaciones de Google y no me defraudó. El local además de bonito y albergar un poquito de historia, porque esta ubicado en la casa de los rosales lugar que fuera refugio de Lorca antes de ser fusilado, tiene carta o menú de 13.90 euros , donde puedes elegir un 1ro , un 2do y café o postre. La bebida con la tapa es aparte. Yo pedí una caña, estaba bien fría y la tapa fueron unas patatas fritas de bolsa y un míni bocadillo de jamón. Y además pedí ensalada, secreto y de postre macedonia de frutas frescas. Todo estaba muy bueno. El servicio fue bien de tiempo y un trato muy amable y profesional. El local estaba muy limpio. Lo recomiendo 100%
Muchas gracias 😘
Un sitio con historia donde además se come bien. Nos dieron de tapa un bocadillo de lomo y queso y nos pedimos de comer salmorejo y alcachofitas rebozadas con miel de caña, buen sabor.
Experiencia catastrófica. Pensábamos comer aquí pero todo se torció. El camarero, muy amable, nos invita a sentarnos. Nos sacan una tapa de pollo guisado con patatas y las bebidas. Cuando ya nos habíamos comido la tapa, una señora en una mesa próxima a la nuestra le monta un bochornoso número al camarero; gritando como loca para que todos lo clientes de la terraza la escuchásemos diciendo que el pollo que había sacado estaba en mal estado y que era una vergüenza que sirviera eso a los turistas para que se pusieran enfermos. Eso, junto a los 25 minutos esperando a que nos tomasen nota sin que nadie viniese... (La reacción de la mujer dejó totalmente descolocados a los dos camareros que imagino se reunirían en ese momento con cocina). Finalmente, pagamos la bebida y nos fuimos sin comer. El camarero fue en todo momento muy correcto y educado con todos los clientes. Incluso con esta señora que estaba totalmente fuera de sí.
Actualizo para informar que han pasado más de 24h desde este incidente y NINGUNO de los 4 comensales que nos comimos el pollo en salsa hemos enfermado. Ni adultos ni menores.Tampoco notamos un sabor desagradable como la señora se empeñó en hacernos saber a gritos. Un mal gesto como el de esta mujer (y su fino y delicado paladar) puede hacer mucho daño a un negocio de hostelería.
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