Alejandro Lobato Sánchez
+5
Fantástico. A pesar de que tuvimos un error con la reserva, ya que reservamos en otro local de ellos, nos dieron una mesa sin ningún problema. Lugar acogedor, pequeñito, ideal si quieres ir con tu pareja (para grupos más grandes recomiendo el otro ya que según dijeron, es más grande).
Pedimos unos huevos con patatas al montón, la simpleza de unos huevos rotos con patatas nunca estuvieron tan buenos.
Luego pedimos la especialidad, que era a lo que veníamos, el sándwich de pastrami, del cual tienen varias noticias diciendo que es el mejor de Madrid. Tengo que decir que estan totalmente en lo cierto, pan crujiente, una salsa de mostaza en su justa medida y estupenda, unos brotes (lo justo para dar sabor, sin pasarse) y un pastrami artesano que hacen ellos mismos, sabroso, y en bastante cantidad por el precio que tiene respecto a otros locales. Y para acabar, un poco de nata batida con mascarpone y fresas, muy equilibrada, y un arroz con leche, cremoso, con una capa de azúcar sopleteada por encima hasta caramelizar, y pasas, la cual le da un toque exquisito.
Por último destacar la gran atención de las camareras y la cocina, recomendando al 100%.
Pequeña taberna con encanto para comer o cenar a base de tapas para compartir. Excelente el pastrami casero y el tomate pelado con huevo frito, una combinación que parece rara pero que funciona muy bien. Buena carta de vinos a precios sensatos. Cayó un Rayos Uva de Olivier Rivere, y Tinto Castizo, garnacha de El Molar, ambos magníficos. Como puntos a mejorar el tiempo de espera entre platos y la temperatura de los vinos. Nos ha gustado. Volveremos.
Atención al menú especial para fin de año. Espectacular reapertura de una taberna centenaria con platos evolucionados dentro del sabor más castizo. Recomendable la ensaladilla, ligera como la espuma, tortillas con salmorejo o con callos. Personal muy atento y agradable. Eso si, hay que reservar porque se pone hasta la bola en la calle de la bola.
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