Acogedor local con comida de calidad y a super buen precio.
Llevábamos mucho tiempo queriendo probarlo, pero al ser un sitio pequeño se llena con suma facilidad; hasta que hoy conseguimos mesa!
Cocina abierta, limpia, personal agradable y muy buenas recomendaciones de parte del mismo.
Probamos las mollejas (imprescindibles), la panceta y el black shiitake (impresionante)
De plato principal, nos decantamos por un curry de pollo y un donburi de lomo de cerdo. Ambos riquísimos.
Sin duda, un lugar para repetir
Sitio que fui a comer por trabajo con una persona que me comentó comer ahí y me he llevado una gran impresión.
He reservado para dentro de 3 martes y comer su especialidad de sanwich Katsu, me ha parecido curioso. Solo hacen 10 unidades los martes, buen marketing seguro, yo he reservado.
El sitio, nada más entrar te choca, es muy muy pequeño, con cocina que se ve pero tiene algo especial, un rollo japo fusión comiendo en barra muy agradable.
Sobre la comida todo rico y sencillo, el mantel es la carta.
El personal, un chico majisimo, la verdad que eso suma mucho.
Y por última la cerveza como del sitio, personalizada y una botella con diseño bonito, pero lo importante: estaba fría y rica.
Pagamos 24€ por persona.
Recomendable y le doy 5*
Cuando el antojo de sabores exóticos me llama, este encantador rincón se convierte en mi elección predilecta. A pesar de su modesto tamaño, este restaurante rebosa de encanto. Su cocina abierta es un espectáculo por sí misma, permitiéndote ver la magia detrás de cada plato que llega a tu mesa. La atención del personal es excepcional, asegurando que cada visita sea una experiencia culinaria memorable.
La excelencia de la comida y la calidad del servicio son evidentes en cada bocado. Los platos son generosos en porciones y ricos en sabor, dejando en claro el esmero que ponen en seleccionar ingredientes de primera calidad. He tenido el placer de disfrutar de su variada oferta en varias ocasiones, y hasta ahora, no ha habido ni una sola decepción.
Si hay un plato que siempre encuentro en mi mesa, es el Katsu. Su textura crujiente por fuera y jugosa por dentro es una verdadera delicia. Como acompañamiento perfecto, opto por una cerveza suave que realza los sabores. Y aunque no cuentan con postres, el broche de oro lo pone uno de sus whiskys maridado con ginger, una combinación que deja un sabor agradable y satisfactorio.
En mi última visita, mi pareja siguió la recomendación del personal y eligió una bebida que desapareció en cuestión de minutos debido a su exquisito sabor. Esto solo demuestra la pasión que este lugar tiene por el arte de la gastronomía y cómo cada detalle, desde la comida hasta las sugerencias del personal, se cuida con esmero.
En resumen, este restaurante sigue siendo mi refugio favorito cuando deseo saborear algo exótico y auténtico. Su encanto acogedor, platos llenos de sabor y una atención inigualable me aseguran que cada visita será un festín para los sentidos. ¡Ya estoy esperando mi próxima incursión gastronómica!
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