J*d*r, qué buenas están las empanadas de esta panadería. No me meto dos empanadas al día entre pecho y espalda porque el médico no me deja.
Es imprescindible encargarlas, aunque a veces puede que tengas suerte y puedas llevarte una sin encargar. El personal que trabaja en esta panadería es gente de verdad, vamos, unos cracks.
Sí que es verdad que en verano, deben tener más ajetreo, y parece que las empanadas salen con menos contenido que durante el año, pero aún así merece muchísimo la pena.
Bueno, y las barras y bollos que hacen también están tremendos.
Lo mejor es que hacen el reparto por los pueblos parando por varios puntos del pueblo, eso se agradece mucho, sobre todo para las personas mayores que viven en los pueblos durante el año.
En resumen, un muy buen negocio con muchos años de experiencia a las espaldas, y eso se ve en el producto final.
Compra os una hogaza ( te la rebanan si quieres) y 7 días después y aún habiendo sufrido una bolsa de plastico y seis días de camping ⛺ sigue siendo las mejores tostadas que puedes tomar.
El pan de pueblo auténtico. Cualquier pan que se pida aquí merece la pena. Las recetas que utilizan son las tradicionales de hace mucho tiempo y siguen triunfando. Sus empanadas no son gallegas pero están llenas de sabor. Da gusto ir a cualquier hora del día y disfrutar con el olor de pan recién hecho.
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