Un restaurante con mucho encanto, con buen gusto en la decoración.
Comida aceptable (bien emplatada), pero tiene un fallo, que a mi modo de ver, le resta bastantes puntos....el servicio.
Los camarer@s son amables, pero están más perdidos que un pulpo en un garaje, la indumentaria, unos de chándal otros de vaqueros (llenos de lámparas)....a veces les cuesta encontrar la mesa donde llevan la comida, con lo fácil que sería una comanda con su número de mesa.
Y por último, imperdonable, que pidas un verdejo "José Pariente" de casi 20 pavos la botella...y te lo traigan templado.
Cenamos en el local, al entrar podemos ver tanto la carta como sus diferentes menús, nos pedimos unas zamburiñas, pulpo ....
Recomiendo las zamburiñas, son frescas y las hacen al momento con un aliño suave que potencia el sabor.
El pulpo estaba un poco seco y el pimentón no tenía mucho sabor.
La recomendación para postre es el postre de la casa lo probamos por recomendación de la camarera y salimos muy satisfechos.
El local está bien situado y es de fácil acceso, el interior es bastante acogedor y el personal está atento en todo.
Resaltar también los mojitos que son un 10/10 bien elaborados y presentados.
Tienen una gran selección de bebidas como también cócteles.
Menú del día bastante bien, platos abundantes y bien presentados. La atención muy cercana y local precioso. El bonito al ajillo y los pimientos rellenos fueron nuestros favoritos, Volveremos!
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