Una dulcería de las de antes, tradicional en el más amplio sentido de la palabra. La tienda, a escasos 20 metros de la plaza del Cabildo, epicentro de la vida sanluqueña, es bonita por dentro y por fuera, su escaparate llama la atención, pero dentro te trasladas 30 años atrás en el tiempo. Dulces tradicionales muy ricos y a muy buen precio, bien presentados y con una atención exquisita. Un "pecado" no llevarse unos dulces para casa...
Enrique Venancio García Rubio
+5
Un establecimiento decorado años 20 y una presentación de sus productos acordé con esa época, te transportan a una época en que los buenos dulces se lograban de forma artesanal, pero cuando pruebas sus fabricados es cuando aprecias un trabajo bien hecho y protagonista absoluto de un placer que los golosos perseguimos. Su tarta del horno, su pan de Cádiz, su masa real, su tarta de almendra y bollito sanluqueño una vez degustadas, te transportan a los años que insinua su acertada decoración. Si a todo esto añadimos sus precios muy ajustados el éxito de tu compra esta mas que asegurada.
Establecimiento muy coqueto y elegante que bien merece una visita sólo para ver sus vitrinas y botes con productos preciosos y riquísimos. O llevarse algún regalo en las cajas metálicas o de madera tan bonitas que preparan.
Todo lo que venden son productos artesanos elaborados por ellos mismos, desde dulces tradicionales de la zona hasta bombones y caramelos. Mención especial para los bollitos sanluqueños, los roscos de naranja y la masa real, rellena de cabello de ángel y de un sabor increíble y delicado. Pero cualquier cosa que pruebes estará buenísima sin duda.
La dependienta fue muy agradable en todo momento.
El precio de los productos, teniendo en cuenta su alta calidad y su estupendo sabor, me parece incluso barato. No es bollería industrial barata y de mala calidad, y aún así, puedes merendar por menos de lo que te vale cualquiera de esos productos en otros establecimientos, y comiendo un exquisito dulce tradicional y artesano.
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