No es la primera vez que visitamos Cappuccino en Sevilla, con una estupenda situación al comienzo de la calle San Fernando, justo donde empieza o termina, según se mire, los jardines de Catalina de Ribera, cuenta con una amplia terraza de veladores en la misma calle y otras
casi adosada a la muralla del Alcázar. El salón interior es espectacular. El servicio es agradable y atento y la oferta gastronómica se puede definir como variada y “simpática”. Cuenta con una amplia oferta de coctelería. Se está muy a gusto.
Fue un encuentro casual que llevó a elegir apresuradamente un lugar cercano. Su aspecto contribuyó a la elección pero, en lugar de quedarnos en la obvia terraza a la calle, la curiosidad dirigió la mirada al interior, donde había un patio rodeado por altos muros. Allí pedimos un par de cócteles, el mío un pisco sour bastante ligero (los hay de varios tipos, es cierto) y no tengo claro que me hubiera llegado a marear si pido el segundo.
Música muy agradable y servicio invisible aunque no por ello menos atento. El interior estaba casi vacío ya que era un viernes a la hora de la cena española.
Un sitio de lujo de verdad en un emplazamiento imbatible prácticamente dentro de la muralla, con una decoración exquisita emulando un invernadero del siglo XIX y con un servicio aristocrático. La carta de bebidas y los postres están muy bien. El pero llega con la cuenta que es demasiado alta para los estándares de la zona. Volveremos para una ocasión especial.
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