Fuimos recomendamos por mi gran Alberto. Y no falló en su recomendación. La comida estaba exquisita 🤤, no hubo plato que tuviera un pero. Comandamos cada uno un menú distinto y nos quedamos satisfecho por la calidad y cantidad.
El servicio fue rápido y correcto en todo momento. Profesionalidad a resaltar, ya que una se las comensales tiene alergia a un tipo de marisco, y aunque en los ingredientes del plato deseado no constaba que fuera parte del mismo el camarero sugirió descartarlo porque podría haber trazas.
De ahí que se optara por su plato estrella: troffie gambas y champiñones.
Si un pero hay que ponerle, la música ambiente estaba muy alta y para mantener una conversación debíamos levantar la voz.
Matizar que hay que reservar con un par de días de antelación.
Gran experiencia, que iba a ser 5 estrellas pero por dos pequeños detalles se queda en 4.
Quizás lo mejor sea el trato y servicio por parte de los camareros. Muy muy atentos y profesionales, fijándose en pequeños detalles, muy agradables y rápidos en el servicio. Además, muchos de ellos son italianos con lo que se resalta todavía más la esencia del sitio.
El ambiente es otro factor 10/10. Una terraza preciosa con muy buenas vistas, en una terraza inmejorable con buena música y decoración trabajada.
En cuanto a la comida, los entrantes estaban deliciosos (probamos la bruschetta y la pizza de ajo), además de ser contundentes.
Probamos el risotto de parmesano y truffa como principal, y también estaba bastante bueno (especialmente si lo dejas reposar un poco).
Los postres, por más que fueran todos caseros, fue lo que me falló un poco. La tarta de manzana estaba un poco acuosa, y la tarta de chocolate sin más.
Finalmente, quizás el precio final que terminamos pagando fue un pelín caro por la comida.
De todos modos, repetiría sin duda y lo recomiendo a cualquier persona que quiera cenar bien.
Los camareros muy atentos y simpaticos, te hacen sentir como en casa. La comida excelente, seguro que volveremos.
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