Solo por su ubicación en pleno paseo y sus magníficas vistas al mar merece la pena pasar por este lugar. Decir que se come muy bien, la lubina estaba espectacular (lo que más me gustó sin lugar a dudas), el tartar de salmón y aguacate muy bueno también (el tartar original se prepara con carne cruda picada y aderezada con salsa tártara, pero esta versión con salmón ahumado y aguacate está deliciosa, ya la probé en diferentes ocasiones, eso sí, he de matizar que, en este caso, llevaba demasiado pepino, aunque me gusta también, y el aguacate apenas se notaba que llevara… de salmón no iba mal), y el pulpo rico y bien hecho. De postre pedimos unos barraquitos (postre casero no probamos porque íbamos llenos) y no tenían licor 43, que es con el que se hace este típico café chicharrero, pero nos lo prepararon con Frangelico (no es lo mismo, queda más dulzón, pero la intención es lo que cuenta jejjejej 😅😉). Para acompañar la comida añadimos a la comanda un vino blanco afrutado que entra bastante bien (bodega 35, de Tenerife, para mi gusto bastante dulce más que afrutado, pero está rico). La atención del personal buena, atentos y sirviendo la comida a demanda del momento (nada de sacar platos a lo loco). El dueño del local muy pendiente también a la mesa. En relación calidad-precio creo que se ajusta bien, no es un sitio barato pero no creo que sea caro en cuanto pagas (sin ser excesivo el precio) por calidad en la comida (lo más importante). Para repetir sin duda, recomiendo su visita.