Un sitio con mucho encanto. Es un lugar histórico del barrio, y emparentados con el bar Ciri. Los dueños (origen de Jaén) y los camareros son muy profesiones y encantadores. La comida es increíble, una fusión de sabores andaluces, mexicano asiático y mediterráneo. La Guantá (gyozas) y el cochinillo imprescindibles. Una gran variedad de vinos, debido a que históricamente era una bodega. Recomendado reservar. Los viernes a las 22:30 se canta la misa rociera.
Por el nombre te esperas comer fritura de pescado, sepia, bravas, lo típico. Nada más lejos de la realidad, en esta taberna te ofrecen una comida fusión andaluza con pinceladas japonesas de excelente calidad, nos dejamos asesorar por Carlos, el camarero, y salimos pero que muy satisfechos, no sólo por la comida, si no por la atención y el servicio. Local altamente recomendable.
Las mejores gyozas vegetarianas que he probado nunca (las llaman “guantá”). Buenos vinos, cocina casera con toque andaluz y mucho rollo. Nada pretencioso, pero muy cool a su manera. Precios adecuados. Me ha encantado, repetiré sin duda.
Si è verificato un errore! Riprova tra qualche minuto