Local pequeñito muy agradable dentro del Pasaje de la Calle Alfonso. Variedad en cervezas aunque nosotros tomamos unos vinos. La camarera fue un encanto con nosotros
A mi pareja y a mi nos pilló un aguacero tremendo en pleno centro y decidimos refugiarnos en el pasaje ciclón con nuestro bebé y tomar algo mientras pasaba de largo el agua. Evidentemente no había sitio en ningún lado y nos quedamos en la puerta del Irreal para no obstaculizar mucho y me puse a dar el pecho al bebé de pie. Enseguida apareció el dueño (que estaba cerca) para abrirnos y que al menos me pudiera sentar para dar de mamar al bebé.
Si nos trato así de bien sin ser sus clientes, presuponemos que el trato con ellos tiene que ser exquisito.
Volveremos pero esta vez cuando esté abierto al público como clientes.
Gracias 🥰😍
Nos tomamos unos cócteles que eran nuevos (margaritas) y estaban increíbles, además, la bandeja de jamón serrano exquisito. Por otro lado, las chicas que trabajan en el lugar (Aliz y Nohelia) lo hacen MIL veces mejor, son más que majas. En cuanto vuelva a Zaragoza sin duda repetiré.
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